(Traducción libre de unos versos de Francis Jammes)
Fui a visitar la vieja casa del pueblo donde vivían los míos.
Todo era triste y dulce como la miel a la vez.
Allí estaba el cielo azul y las palomas volando por el arado,
una yegua muy vieja y muy cansada.
Las cosas parecían más viejas aún allí por donde iba.
Sabía que, tiempo atrás, vivieron los míos en esta lejana aldea,
a donde iba a regresar para reconocer las tierras solariegas,
donde entre ortigas se hallaban sus tumbas.
Sabía que murieron hace cien años.
Viejos ancianos de ojos ingenuos dulces sin remordimientos,
salían de misa de domingo con sus camisas blancas más hermosas.
Me enteré que había vivido una vez en este pueblo del que luego me fui,
y regresé a ver si me reconocería esta patria mía.
Un campesino se puso a la sombra de la plaza, el sol era frío como el hielo.
Era mediodía, vi la vieja campana toda en ruinas y la torre casi tan antigua como el pasado.
La gente con la que hablaba me decía: ¿Esos que dice Vd.? No los recordamos...
hara tiempo, sin duda... mucho tiempo.
Me dijeron que había una mujer de 80 años, que murió de allí a unos días,
ella podría saber, talvez, de los desaparecidos.
Yo iba puerta por puerta, -ni el notario, ni el sacerdote sabían-.
Pasé por puertas carcomidas y por jardines abandonados,
por donde grandes hiedras fueron vistas cerca de los hogares que no tienen familia y
malvas rosas en hierba azul cerca de los cementerios.
Pasé sin querer ver las tonterías, noticias nuevas,
banderas en el Ayuntamiento y letras de oro.
Yo sólo tenía en mi corazón las viejas reliquias de un nieto,
tenía el recuerdo de la amada tierra en la que un día naciera.
Por último, cruce la verja de una casa de buena y antiquísima familia.
La anciana de bondadosa sonrisa me dijo: ¿Es Vd. un ....?
¡Vaya! Viveron, sí, hace años en el pueblo...
Fuéronse con sus hijos a correr por América aventuras...
mi familia compró la casa en ruinas.
Me enseñó la llave oxidada, la cocina, la puerta tachonada y un martillo lleno de moho.
Las paredes tenían las ventanas cerradas por el polvo del tiempo muerto.
Abrí la puerta y crujió fuertemente, subí las escaleras podrídas.
De aquí es de donde se habían ido.
En el interior de la casa el yeso de las paredes y las puertas
que los años habían ennegrecido, como si hubiera sido el fuego.
El sol no llegó, estaba todo tan oscuro, parecía estar de luto.
Me dijo: Mire, aquí estaba el estudio... el estudio.
La decrépita morada me devolvía silencios.
Creía yo que se hallaban mis difuntos en el cielo.
Pero estaban allí, en la casa... esperándonos.
lunes, 22 de octubre de 2012
jueves, 9 de agosto de 2012
DEDICADO A MI QUERIDISIMA MADRE, Lorenza Saturnina Vidal Cano
En el barrio de los Llanos de Navajeda en el seno de una familia humilde formada por Mariano Vidal Vidales y por Venancia Cano Madrazo, a la hora de despertar el alba del día 29 de junio del año 1906 vino al mundo una niña, más linda que el sol bello, claro era recién estrenado el verano.
Radiantes todos de alegría por ser la niña mayor de una extensa familia (unos 9 o 10 fueron) como era por costumbre se le solía poner de nombre el santo del día o el que eligieran los padrinos. Los suyos fueron tíos de la dichosa niña y acordaron ponerle sus nombres Lorenza por su madrina y Saturnina por su padrino. Todos fueron conformes, no serían muy bonitos pero con su forma de ser los hizo brillar. Ósea, los relustró.
Fue una niña feliz, dichosa, querida. Una adolescente inteligente, de ideas buenas y claras, las veía venir de lejos y de cerca mejor. Una joven muy bella, guapa, guapísima… una cosa sin igual, única en todo. Fue una mujer digna de ser señorial. En sus tiempos de sirvienta a cuidar niños se dedicó, mientras aprendía a cocinar, para los mismos señores siempre trabajó. La querían como hija, aconsejaban por igual.
Fue una cocinera reina entre los fogones, lo mismo asaba un cordero al horno, que le ponía en la cazuela estofado… lo mismo guisaba alubias, que hacía unas patatas con huevos fritos con esmero, como si se tratara de asar unos conejos, como bacalao al pil-pil, lo mismo que pollo al chilindrón, liebre a la cazadora, chuletas en gabardina… porque ella no tenía temor a lo que se hacía en la cocina. Siempre adornaba bien la mesa para los comensales que fueran de todo ello daba buena cuenta, tenía arte para todo.
Lo mismo era en todo momento, luchadora por hacer bien a los suyos y ayudar a quien le pidiese ayuda. Era de hacer un banquete, lo mismo para 8 que para 20 como si más fueran… Hizo muchas bodas cuando se celebraban en las casas. Los vecinos la querían, los señores donde ella sirvió la adoraban.
Un día en el baile de La Cavada, allí conoció a su único y primer amor que de ella quedó hechizado. ¿Cómo sería de guapa? Cuando él la siguió 5 años. Cuando estaba en Santander en los ratos que libraba se iba con sus amigas a bañarse a la playa del Sardinero muy cerca de donde ella trabajaba. ¿Y también porque no? Con señorío paseaba por los Jardines de Piquío con su único amor, el que fue su marido, es decir, el padre de mi hermano y mío.
Como me acuerdo de vosotros, hoy día de San Lorenzo Mártir. Santo tuyo madre mía y el santo del pueblo, nuestro pueblo de Pámanes. Papá como os quiero, hermano como os añoro, tendremos un momento para en vuestra memoria tomarnos unas cervezas y si acaso unos churros, que a vuestra nieta y sobrina se le da muy bien hacerlos. Y así recordar quiero con mis amores y mi cariño recordar las charlas que tuvimos en la vida juntos muy unidos.
Aquellas charlas madre mía que teníamos entre tú y yo, como me gustaba hablar contigo porque además de madre eras mi mejor amiga, la que todo el mundo quisiera, la que tenía temple de escuchar. Eras sabia no tenías temor, siempre tenías valor y don para enseñar, pero no pudiste lograr enseñarme a bailar la jota, era yo una burricota, no la supe nunca bailar. Todo lo demás se me daba bien, menos el tambor, pito y pandereta…
Fuiste una madre ejemplar, una fiel esposa, una abuela maravillosa hasta donde te dejó tu salud. Si te hubieran conocido unos cuantos años más, cuanto hubieran aprendido y a conocerte de verdad.
Enseñabas a hacer las cosas con menos esfuerzo y con mejor presentación.
Libraste muchas batallas que nadie otro tanto podría librar, fueron tantas calamidades y tantos tus andares parar salvar esas vidas que lograste salvar, otro cualquiera en tu lugar no lo hubiera conseguido. Lo mismo dabas inyecciones, hacías de enfermera casi de médica, cual linda madre tu eras… lo mismo hacías un vestido a mano porque no tenías máquina ni dinero para comprarla… lo mismo tejías un jersey que una chaqueta que hacías un pantalón que un traje de etiqueta… eras infatigable… eras una luchadora nata.
Fue una niña feliz, dichosa, querida. Una adolescente inteligente, de ideas buenas y claras, las veía venir de lejos y de cerca mejor. Una joven muy bella, guapa, guapísima… una cosa sin igual, única en todo. Fue una mujer digna de ser señorial. En sus tiempos de sirvienta a cuidar niños se dedicó, mientras aprendía a cocinar, para los mismos señores siempre trabajó. La querían como hija, aconsejaban por igual.
Fue una cocinera reina entre los fogones, lo mismo asaba un cordero al horno, que le ponía en la cazuela estofado… lo mismo guisaba alubias, que hacía unas patatas con huevos fritos con esmero, como si se tratara de asar unos conejos, como bacalao al pil-pil, lo mismo que pollo al chilindrón, liebre a la cazadora, chuletas en gabardina… porque ella no tenía temor a lo que se hacía en la cocina. Siempre adornaba bien la mesa para los comensales que fueran de todo ello daba buena cuenta, tenía arte para todo.
Lo mismo era en todo momento, luchadora por hacer bien a los suyos y ayudar a quien le pidiese ayuda. Era de hacer un banquete, lo mismo para 8 que para 20 como si más fueran… Hizo muchas bodas cuando se celebraban en las casas. Los vecinos la querían, los señores donde ella sirvió la adoraban.
Un día en el baile de La Cavada, allí conoció a su único y primer amor que de ella quedó hechizado. ¿Cómo sería de guapa? Cuando él la siguió 5 años. Cuando estaba en Santander en los ratos que libraba se iba con sus amigas a bañarse a la playa del Sardinero muy cerca de donde ella trabajaba. ¿Y también porque no? Con señorío paseaba por los Jardines de Piquío con su único amor, el que fue su marido, es decir, el padre de mi hermano y mío.
Como me acuerdo de vosotros, hoy día de San Lorenzo Mártir. Santo tuyo madre mía y el santo del pueblo, nuestro pueblo de Pámanes. Papá como os quiero, hermano como os añoro, tendremos un momento para en vuestra memoria tomarnos unas cervezas y si acaso unos churros, que a vuestra nieta y sobrina se le da muy bien hacerlos. Y así recordar quiero con mis amores y mi cariño recordar las charlas que tuvimos en la vida juntos muy unidos.
Aquellas charlas madre mía que teníamos entre tú y yo, como me gustaba hablar contigo porque además de madre eras mi mejor amiga, la que todo el mundo quisiera, la que tenía temple de escuchar. Eras sabia no tenías temor, siempre tenías valor y don para enseñar, pero no pudiste lograr enseñarme a bailar la jota, era yo una burricota, no la supe nunca bailar. Todo lo demás se me daba bien, menos el tambor, pito y pandereta…
Fuiste una madre ejemplar, una fiel esposa, una abuela maravillosa hasta donde te dejó tu salud. Si te hubieran conocido unos cuantos años más, cuanto hubieran aprendido y a conocerte de verdad.
Enseñabas a hacer las cosas con menos esfuerzo y con mejor presentación.
Libraste muchas batallas que nadie otro tanto podría librar, fueron tantas calamidades y tantos tus andares parar salvar esas vidas que lograste salvar, otro cualquiera en tu lugar no lo hubiera conseguido. Lo mismo dabas inyecciones, hacías de enfermera casi de médica, cual linda madre tu eras… lo mismo hacías un vestido a mano porque no tenías máquina ni dinero para comprarla… lo mismo tejías un jersey que una chaqueta que hacías un pantalón que un traje de etiqueta… eras infatigable… eras una luchadora nata.
Fuiste una suegra cariñosa que en nada metías la pata, me recuerdo de aquel día en el que Luis entró en casa, le cogiste con cariño y le dijiste adelante esta es tu casa serás bienvenido.
Cuanto puedo recordar el consejo que le dabas cuando él se dedicaba a trabajar pensando que el mundo se tragaba, como tu le decías: “Hijo no trabajes tanto que no merece la pena, no malgaste tu vida como yo he malgastado la mía, ¡no ves como yo estoy ahora! Cuerpo descansado dinero vale. ste es el consejo que te doy más adelante recordarás lo que te digo hoy".
Madre, padre y hermano cuantos quisieran tener lo que yo tuve y hoy añoro, pues de verdad es lo que adoro y en mi memoria os guardo, en mi pecho os pongo por altar y en mis palabras oraciones, en mis manos os llevo flores mientras os las pueda llevar… que sea por muchos años y siempre seréis recordados pues nunca os podré olvidar.
En vida formamos una piña como Kikones y Tartajos vaya mezcla que era, pues salimos los mejores y muy majos pues a orgullo lo llevamos.
Jose como hermano y tío fuiste un poco cascarrabias, el que siempre quisimos tener pero más blanco y de mejor corazón que en la tierra ha existido. Nadie ha sabido querer como tú nos has querido, síguenos queriendo y como en aquellos momentos que yo encontraba algo siendo chavaleta para tener y gastar, yo que no he sabido guardar y ahora con la crisis no queda nada. El otro día encontré una pero estaba vacía, si que era de buena medida pero ponme en buen camino donde la encontraría llena y solucionaría el problema. Esta anécdota te acuerdas como gastabamos el día de San Lorenzo, así quiero celebrarlo como lo celebrabamos en vida. Tú que fuieste el que me diste la mano para dar mis primeros paso, tú que fuieste le que me cuidabas para que papá y mamá trabajaran, tú que fuieste el hermano que más me quería... igualmente yo te quise, te quiero y te queré. Tú que fuieste el tío adorable que protegía a tus niñas como si fueran tus ángeles. Con eso nos conformamos con eso tenemos bastante.
Cuanto puedo recordar el consejo que le dabas cuando él se dedicaba a trabajar pensando que el mundo se tragaba, como tu le decías: “Hijo no trabajes tanto que no merece la pena, no malgaste tu vida como yo he malgastado la mía, ¡no ves como yo estoy ahora! Cuerpo descansado dinero vale. ste es el consejo que te doy más adelante recordarás lo que te digo hoy".
Madre, padre y hermano cuantos quisieran tener lo que yo tuve y hoy añoro, pues de verdad es lo que adoro y en mi memoria os guardo, en mi pecho os pongo por altar y en mis palabras oraciones, en mis manos os llevo flores mientras os las pueda llevar… que sea por muchos años y siempre seréis recordados pues nunca os podré olvidar.
En vida formamos una piña como Kikones y Tartajos vaya mezcla que era, pues salimos los mejores y muy majos pues a orgullo lo llevamos.
Jose como hermano y tío fuiste un poco cascarrabias, el que siempre quisimos tener pero más blanco y de mejor corazón que en la tierra ha existido. Nadie ha sabido querer como tú nos has querido, síguenos queriendo y como en aquellos momentos que yo encontraba algo siendo chavaleta para tener y gastar, yo que no he sabido guardar y ahora con la crisis no queda nada. El otro día encontré una pero estaba vacía, si que era de buena medida pero ponme en buen camino donde la encontraría llena y solucionaría el problema. Esta anécdota te acuerdas como gastabamos el día de San Lorenzo, así quiero celebrarlo como lo celebrabamos en vida. Tú que fuieste el que me diste la mano para dar mis primeros paso, tú que fuieste le que me cuidabas para que papá y mamá trabajaran, tú que fuieste el hermano que más me quería... igualmente yo te quise, te quiero y te queré. Tú que fuieste el tío adorable que protegía a tus niñas como si fueran tus ángeles. Con eso nos conformamos con eso tenemos bastante.
FELICIDAD PUENTE VIDAL
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